PRESENTE
PASADO
LA PEQUEÑA CIUDAD
Cuando
llegas a este pueblo grande, te encuentras con movimientos constantes de una
gran metrópoli, todos sus habitantes corren, duermen, comen y vuelven a correr.
Al acostumbrarte a sus paisajes, a sus atardeceres y a sus construcciones
neo-góticas, crees que te quedas sin algo que admirar, o eso es lo que la pequeña ciudad te hace creer. Esperas
conocerlo todo, pero es tan diferente en algunas partes que solo conocerás lo
que te permita tu apariencia. Te
preguntarás cómo hace para no deslizarse de la gran colina en la que está
construida mientras meditas en la ventana de un estrecho transporte. Pero
llegará el día en que te detendrás por un segundo, en una avenida, en una
esquina, junto a un semáforo y recordarás por qué no te has ido de ahí.
La calle 50
es una unión esencial, un cruce de varios barrios, el camino hacia una de las
principales avenidas de la ciudad. Aunque el movimiento es una sus principales
costumbres, hay una rutina, una constante que parece nunca ser reemplazada, la
misa del domingo. El momento en el que todos dejan de correr para escuchar la
palabra de Dios, reírse del acento del sacerdote o rogar por que la paz llegue
pronto.
Los carros
están en buenas manos afuera, las bancas están llenas, la salvación está cerca.
Todo puede esperar, con tal de parar un momento para intentar no distraerse
mientras la homilía es explicada, dejaremos de correr por un momento.
ESCRITO DADÁ
DISTRAERSE ACONSTUMBRARSE SEGUNDO,
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HAIKU
La calle está
cerca de muchas partes
sin recordarlo.
Gente con prisa,
un semáforo lento
y humo negro.
Verduras frescas,
símbolos ocultos y
poca memoria.
PANÓPTICO
En este lugar todos
se creen libres, pasan, corren y vuelven a pasar sin reconocer lo que
está ahí. Grandes edificios han sido construidos, conjuntos cerrados
exclusivos que lograron subir el estrato de varias casas cercanas. La
pequeña escuela se siente a salvo dentro de las rejas recién pintadas y
las cámaras todo el tiempo estarán prendidas. Pero no importa, con tal
de estar seguros cualquier cosa es bienvenida.
ESAS CÁMARAS DETRÁS DE LAS PERSIANAS.
Alejandro vive cerca de Hogares Crea, necesita caminar toda
la Calle 50 para coger el bus que lo lleva al cable. Los miércoles son días de cine.
“Casi no me gusta pasar por el lado de la Iglesia, me siento observado”, dice
con las cejas fruncidas. ‘Los manes que están en el gimnasio empiezan a mirarlo
a uno y por las ventanas de Confamiliares, en esas oficinas, siento que me
vigilan, por lo menos en el gimnasio puedo ver quien me mira’, añade mientras
concentra su mirada en el edificio que tiene al frente, donde las persianas
esconden las pequeñas cámaras que intentan leerles los labios.
Sonido: Motor de los carros.
Los colectivos y los carros utilizan toda su fuerza para lograr pasar lo antes posible el semáforo, este se ha demorado demasiado en rojo y la mayoría de los conductores saben el poco tiempo en el que se queda en verde. No hay tiempo que perder. El buñuelo siempre queda al frente, no sabe arrancar bien y ya ha perdido 5 segundos. Todos se estresan, las motos se atraviesan y el semáforo ya cambió a rojo.
SÍMBOLOS
En un lugar lleno de
movimiento, en que sus transeúntes solo estás pendientes del cambio del
semáforo, de no chocarse con ninguna de las personas que vienen en dirección
contraria, o de sus deseos de llegar pronto a su casa y poder decir que el día
terminó, siempre habrá algo que los saque de sus reflexiones y les provoque frenar
sus pies, detenerse a considerar por un momento si comprar aquel chicharrón
dulce recién salido del horno que desprende ese olor tan particular, fruncir
las cejas al leer de paso los beneficios del yacón, o subir la mirada para
intentar ver las pesas que suenan en el gran edificio.
Si este estuviera en mi casa sería...
No falta la ocasión en la que todos en la que todos tenemos que usar las escaleras y la abuelita está al frente formando tumulto. Cuando todos pasamos, volvemos a pasar corriendo para salir lo más pronto posible, aunque algunas veces el espejo de la pared vuelve a crear tumulto. Al igual que la Calle 50, las escaleras de madera que conectan el primer piso de mi casa con el segundo, solo son de pasada, un medio para un fin, que por lo general crea tumulto o estrés, váyase a saber porqué pero el lento y el bromista siempre quedan al frente. Sin embargo algunos objetos que contiene provocan detenerse, un espejo, olor a chicharrón caliente o frutas frescas.
Si este estuviera en mi casa sería...
No falta la ocasión en la que todos en la que todos tenemos que usar las escaleras y la abuelita está al frente formando tumulto. Cuando todos pasamos, volvemos a pasar corriendo para salir lo más pronto posible, aunque algunas veces el espejo de la pared vuelve a crear tumulto. Al igual que la Calle 50, las escaleras de madera que conectan el primer piso de mi casa con el segundo, solo son de pasada, un medio para un fin, que por lo general crea tumulto o estrés, váyase a saber porqué pero el lento y el bromista siempre quedan al frente. Sin embargo algunos objetos que contiene provocan detenerse, un espejo, olor a chicharrón caliente o frutas frescas.
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